“Para expresar y hacer revivir a las personas las emociones humanas, hace falta un lenguaje humano. El lenguaje más maravilloso, el más sutil y el más poderoso, el que habla a los hombres de todos los colores y todas las latitudes, es el movimiento humano en toda su armonía (su equilibrio, su lógica) y en toda su elegancia (su santa simplicidad).”
Así hablaba François Malkovsky del movimiento de la danza libre, una danza que le inspiró Isadora Duncan y a la que dedicó toda su vida.